BODEGA VICTORIA ORDÓÑEZ, RECUPERANDO LOS VINOS DE MÁLAGA
- distribuidorayvino
- 6 sept 2019
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Victoria Ordóñez ha estado profundamente vinculada al mundo del vino desde su infancia, creciendo en un entorno donde la cultura vinícola formaba parte de su día a día. Su padre, José María Ordóñez, fue un auténtico pionero en la distribución de vinos de alta gama en la provincia de Málaga, iniciando su actividad a finales de los años cincuenta, en una época en la que este tipo de negocio era prácticamente inexistente en la región. Gracias a este contexto familiar, Victoria desarrolló una conexión temprana con el vino y un profundo respeto por la tradición y la calidad.
Aunque su carrera profesional inicial se encaminó hacia la medicina —es doctora en esta disciplina—, en 2004 decidió dar un paso decisivo e incorporarse al sector vitivinícola, compaginando durante un tiempo esta nueva labor con la gestión sanitaria. Este cambio representó para ella una oportunidad de unir su bagaje personal con su pasión por el vino, marcando el inicio de una etapa de aprendizaje y crecimiento dentro de la industria.
Victoria reconoce que gran parte de sus conocimientos los debe al prestigioso enólogo austríaco Alois Kracher, con quien tuvo la fortuna de trabajar codo con codo durante varios años. Kracher, reconocido a nivel internacional por su maestría y sensibilidad, fue su gran mentor y una figura clave en su formación. Su fallecimiento en 2007 supuso un momento de gran impacto para Victoria, pero también se convirtió en el punto de inflexión que la llevó a centrar su carrera exclusivamente en el mundo del vino, dedicándose por completo a este apasionante sector.
Desde entonces, Victoria ha desarrollado un camino marcado por la pasión, el compromiso y la búsqueda de la excelencia, creando proyectos que reflejan su visión personal: vinos con identidad, profundamente ligados a su origen y elaborados con un respeto absoluto por la tradición y el entorno. Hoy, su nombre se asocia a la renovación y puesta en valor de la viticultura malagueña, demostrando que el amor por la tierra y el trabajo constante son las claves para construir un legado enológico que trasciende generaciones.



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